Mi niño interior.
La mayoría de nosotros tenemos en nuestro interior un niño perdido, solitario, triste que se siente abandonado o rechazado. Este niño es nuestro yo en estado puro. Es nuestro yo de la infancia, el yo inocente con miedos y angustias.
Ese niño es parte de nosotros mismos y la mayor parte del tiempo no le hacemos caso, lo rechazamos o lo criticamos.
El niño interior está formado por los sentimientos que vivimos en nuestra infancia, por nuestras vivencias positivas y negativas que siguen vivas en nuestro interior. Cuando crecemos, este niño se reprime, se esconde en lo más profundo de nuestro subconsciente. Pero, a veces sale a la luz con todo su dolor y sus miedos, y nosotros los adultos no sabemos qué hacer con él, ni cómo comportarnos.
Seguramente, durante nuestra infancia hemos sufrido alguna herida emocional, fruto de la relación con nuestros padres o familiares más cercanos, que no se ha curado y por ello hemos crecido con miedos e inseguridades. Tenemos que hacer frente a esos recuerdos dolorosos del ayer y no huir de ellos porque así, podremos crecer de verdad emocionalmente. Si te autosaboteas, si siempre estás enfadado, triste, si sientes rabia, rencor con mucha frecuencia, es que tu niño interior sigue sufriendo a día de hoy en este cuerpo de adulto. Este niño interior está llamando tu atención a gritos.
Cuando tomemos consciencia de esto, es fundamental que le dediquemos nuestro tiempo a ese niño, que le demos amor, que lo mimemos, que lo abracemos porque está sufriendo mucho. Tenemos que hacerle ver y sentir que, aunque no se sintieron queridos, reconocidos, respetados, abrazados, nosotros estamos aquí ahora para darles todo eso que no recibieron.
En la medida en que le prestemos atención y lo cuidemos, podremos fluir, estaremos en armonía, seremos abundantes. Nuestro niño interior es el que tiene la llave de nuestro auténtico bienestar.
Vero.