¿Mea culpa?
¿Cuántas veces te has arrepentido de algo? ¿Cuántas veces has pensado: ojalá pudiera cambiar lo que hice o dije? ¿Cuántas veces te has sentido culpable de tus actos?
Seguro que la respuesta a estas preguntas es: muchas veces.
Cuando en consulta tengo una persona delante de mí lamentándose de decisiones tomadas en el pasado, de cosas que hizo y que no la llevaron a ningún lado, de haber herido a otros a los que quería, de haber “perdido el tiempo” en relaciones tóxicas, de haber dado prioridad a cosas, personas o situaciones que después vio que no valían la pena, de los malos ratos vividos en pos de algo o alguien, de haberse postergado una y otra vez sin haber logrado lo que querían, siempre digo lo mismo:
"Lo hiciste lo mejor que podías dadas tus circunstancias, tus carencias y el grado de consciencia que tenías en ese preciso momento, tomaste la mejor decisión posible".
Y de verdad lo creo.
En ese momento creías que la decisión que tomabas era la mejor y más acertada. Claro que, con la distancia, el tiempo y una mayor consciencia, te das cuenta que cometiste un error o que lo podrías haberlo hecho mejor de lo que lo hiciste.
No tiene sentido enfadarte contigo mismo, reprocharte las malas decisiones, ya que esto no te lleva a ningún lado. Sólo a sentirte mal, inútil, irresponsable, estúpido y, sobre todo, culpable.
La culpa es un sentimiento muy poderoso que nos controla y nos lleva a equivocarnos nuevamente, ya que toda conducta que tiene como motor a la culpa es una conducta que tiene un origen fallido y que a medio o largo plazo tendrá unas consecuencias no deseadas.
Entonces, ¿qué hacer cuando volvemos la vista atrás y vemos los “errores cometidos”? Ante todo, no considerarlos errores, al haber sido decisiones hechas con las mejores intenciones teniendo en cuenta lo que sabías en ese momento. Agradécelas, aprende de ellas, no te quedes dándoles vueltas una y otra vez sintiéndote culpable. Acéptalas, reconócete en esos “errores”, analízalas y date cuenta de qué es lo que tenías que aprender de esa situación. Usa tus ”errores” para crecer y ser mejor persona, mejor madre/padre, hijo, amigo. Mejor lo que sea, que esas “equivocaciones” te lleven a ser una mejor versión de ti mismo.
Y por supuesto, perdónate porque lo hiciste lo mejor que podías en esas circunstancias. Repito: perdónate de verdad.
Lo siento, me perdono, gracias y me quiero.
Vero.