Deja de interrumpirme, por favor
Todos conocemos a personas que parecen haber hecho de la interrupción un deporte. Y, no contentos con eso, lo practican cada día y con cada interlocutor con el que se encuentran. Yo sin duda los considero profundamente molestos.
En ocasiones nos sacan de nuestras casillas ¿te ha pasado alguna vez? Podríamos llamarlos “interruptores” crónicos.
Qué hay tras un interruptor crónico
Todos hemos tenido conversaciones tensas con compañeros de trabajo, parientes e incluso recién conocidos. A veces en una simple cena en la que no nos han dejado decir ni una palabra, de tanto que nos han interrumpido.
Si de antemano sabes que vas a estar con un “interruptor” crónico, mentalízate para ese momento.
Da igual que sea tu compañero, un cliente, tu colega sabelotodo de la facultad o un pariente. Ya has estado antes con esa persona, ya sabes que tendrás una conversación imposible llena de interrupciones.
Es momento de prepararse mentalmente antes de la cita. Llegado el momento, reúnete en un lugar neutro (ni tu territorio ni su territorio) y habla usando párrafos cortos. Cuida que tu tono de voz no sea agresivo, escucha su punto de vista sin peros y vigila tu lenguaje corporal.
¿Por qué crees que interrumpen tanto? Observa con paciencia y no caigas en su trampa.
Una posible opción
Está usando una técnica de matón clásica, como las típicas de “bullying” y que a lo mejor se combina con falta de control de los impulsos.
Otra opción que podría darse
Tu interlocutor tiene incapacidad para seguir o comprender una cadena de pensamientos larga y lo enmascara interrumpiendo. Todos queremos expresarnos de manera calmada y coherente, pero a veces el calor del tema o del momento hace que saltemos e interrumpamos al resto.
Los estados emocionales alterados nos llevarán a interrumpir. A veces terminando las frases del otro y otras respondiendo acaloradamente e incluso siendo irrespetuosos por sentirnos enfados o heridos en nuestro orgullo.
Los “interruptores” crónicos seguro que lo hacen desde esas emociones alteradas. Cuando esto ocurre con estas personas, tenemos que estar centrados y no permitir que sus interrupciones nos lleven a ese mismo estado emocional alterado. Prioriza el ser efectivo frente a tener la razón.
Superar a un interruptor crónico con calma y tranquilidad
¿No para de cortarte una y otra vez? ¿Te impide acabar cualquier frase o comentario? Respira hondo, relaja los hombros y esfuérzate por ser efectivo en vez de querer tener la razón. Date cuenta que no es lo mismo.
Si te interesa esa persona o es cercana a ti, céntrate en que el objetivo de esa conversación sea oírse mutuamente. Eso es efectividad.
Si el otro sigue interrumpiéndote o hace comentarios por lo bajo, intenta razonar con ellos. Somos adultos. Puedes decirle algo como:
“sé que te apasiona este tema y eso me gusta, estoy disfrutando de esta charla, así que te pido que no me interrumpas como lo estás haciendo, porque ni te puedo entender ni me puedo expresar bien y realmente quiero tener esta charla contigo”.
Admite que también has interrumpido y que quieres que el otro te avise si lo vuelves a hacer.
Usa tus manos. No me refiero a dar un puñetazo (aunque a veces apetece), me refiero a hacer ese gesto tan típico de “para” que hacemos mostrando la palma y puedes decir:
“cálmate, déjame que termine”.
Haz una pausa y luego prosigue. Permanece calmado. La calma es un recurso muy efectivo en conversaciones acaloradas y llenas de interrupciones. Y hasta podría decirte que una sonrisa bien empleada también vendría muy bien en esta conversación.
Por último y no menos importante. Puedes irte y no seguir hablando con esa persona. Has sido paciente, educada o educado, has tenido consideración y nada ha cambiado. Puede que el otro haya sido hasta irrespetuoso.
Llegados a este punto, mírale directamente a los ojos y dile:
“ha sido un placer”
Te levantas y te vas seguro de ti mismo. Eres un adulto que ha decidido que ese intercambio ya no te merece la pena.
Deseo de corazón que lo que te cuento aquí te sirva para próximas conversaciones con “interuptores” crónicos o profesionales. Ya me contarás tus experiencias.
Buen día. Buena vida.
Vero
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