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¿Divorciarse tras décadas de matrimonio?



Quizás alguna vez te has planteado cómo pueden algunos divorciarse tras décadas de matrimonio. Y lo cierto es que todos conocemos a parejas que llevan tantos años juntos que no podemos imaginarlos separados. Tus abuelos por ejemplo.


También una amiga que lleva con su pareja décadas (Susana esa eres tú) primero de novios y después de casados; Michelle y Barack Obama, Tom Hanks y Rita Wilson… Sin duda muchas más. Y, por otro lado, hay otras parejas que, después de décadas juntos deciden separarse.


Así, tras casi una vida juntos, escogen pasar los años que les quedan sin ese compañero de vida. En estos casos creo que no es una pelea explosiva ni una infidelidad repentina lo que desata dicha separación, sino más bien el darse cuenta de que ya no están “caminando juntos”.


¿Qué motivos pueden tener estas parejas para divorciarse?


Pienso en los motivos que llevan a la gente a separarse de un compañero con el que han compartido años. Y lo que viene a mi mente, después de oír a mucha gente en consulta, es lo que te detallo a continuación.


Los niños se han ido de casa


Cuando los hijos se van de casa, la dinámica familiar cambia completamente de la noche a la mañana y se desean cambios. Hasta ese momento los padres están muy centrados en la crianza de los hijos y en sus trabajos o carreras.


Es decir, su atención está focalizada en demandas externas a ellos mismos. Pero, cuando los hijos se van, hay un cambio en la identidad y en el propósito de la relación. Y esto conlleva a que uno se cuestione el porqué están juntos, cuál es el propósito de la relación, qué cosas les mantienen unidos además de los hijos...


Para muchos, especialmente para las mujeres que son las que generalmente se encargan del cuidado de los hijos, esto coincide con el deseo de cambios en la rutina del hogar. El ritmo familiar cambia y, por ejemplo, después de cocinar todos los días para que la comida esté lista para los hijos, un día piensas “ya no quiero seguir haciendo esto”.


Deseo de sentirse realizado


Los que están entre los 40 y los 50 años son personas que se hacen cargo de sus hijos y de sus propios padres a la vez. Y esto puede ser un estresor muy grande para una relación. Además, muchos a esas edades se sienten desilusionados con sus trabajos, porque se dan cuenta de que no pueden lograr esas metas laborales tan deseadas.


Y aparece la sensación de que este es el momento de hacer cambios en nuestro estilo de vida, porque luego será tarde. Sentimos que es la oportunidad de realizarnos y eso nos puede llevar a preguntarnos si la relación que tenemos nos “llena” o si nos hace sentir plenos.


Mala comunicación durante la menopausia


La ida de los hijos suele coincidir con la menopausia, que tiene sus propios retos físicos y emocionales.

La líbido ya no es lo que era y hay retos fisiológicos que las mujeres tienen que sortear. Por otra lado, los hombres se preguntan: "¿quién es esta mujer con la que estoy casado, porque me cuesta reconocerla?". Lo he oído tantas veces...


Por ello creo que la menopausia tiene que ser normalizada y “abrazada” por los dos integrantes de la pareja. Gracias a conversaciones francas, adultas, respetuosas, prácticas. Como pedir a tu pareja dejar la ventana abierta durante la noche, por si nos vienen esos sofocos tan temidos (también hablo desde mi experiencia personal).


Es decir, no es un problema de la mujer, es algo que están viviendo juntos en la relación. No hay que polarizarse, es algo a compartir.




Desear cosas diferentes para el futuro


Las parejas pueden estar juntas, pero ir creciendo cada uno a un ritmo distinto. Tanto es que así que podría llegar el momento en el que se sientan distanciados el uno del otro.

Cuando estamos ocupados haciendo cosas, no nos detenemos a pensar, sentir, hablar, preguntarnos: ¿seguimos compartiendo valores? ¿Somos las mismas personas de antes? Entonces cuando los hijos ya no están, cuando tenemos más espacio físico y mental para pensar en lo que queremos para nuestra siguiente etapa en la vida, ocurre que a veces uno desea cambios y giros nuevos y el otro quiere que la rutina siga inamovible.


¿Y cómo navegamos por estas nuevas aguas de nuestra relación? Pues como en todos los retos relacionales, tenemos que tener una buena comunicación. Es un momento especial, en el que hay que recalibrar y hacer ajustes.


Reconocer los cambios, los retos y conjuntamente preguntarse cómo hacer esta transición juntos para que esto siga funcionando.


Cierto que hay diferentes puntos de vista e ideas; cierto que hay un cambio en la dinámica familiar; cierto que asusta un poco, pero abracemos todo esto porque se abre una nueva etapa llena de experiencias, sensaciones y sentimientos nuevos dignos de vivir en pareja, cuando existe amor.


Bien aprovechado este momento, puede ser un escalón en la relación que lleva a una vida de pareja más plena, consciente y llena de encanto y complicidad.


Buen día. Buena vida.


Vero



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