¿Estoy siendo una buena amiga?
Cuando sentimos que nos faltan amistades o que las que tenemos nos fallan, es fácil culpar a otros. Lo que se conoce comúnmente como echar balones fuera. ¿De verdad crees que el problema son las amigas?
Antes de hacer esto, sería interesante mirarnos en el espejo. Porque muchas veces somos nosotras y no ellas y esa es la cuestión.
Todas pasamos por períodos difíciles; pérdida de empleo, una crisis familiar o alguna cuestión psicológica, por ejemplo. Y, como resultado, no nos comportamos como la amiga ideal que aspiramos a ser en circunstancias normales.
Pero, cuando el comportamiento desconsiderado o tóxico pasa a formar parte de un patrón de relación a largo plazo, es necesario ver qué está pasando. De lo contrario puede que esa amistad se acabe.
¿Cómo eres tú como amiga?
Si te preguntas cómo eres como amiga, te comento algunos signos que indican que no estás siendo una buena amiga. Y también, qué cosas podrías hacer para cambiar esta realidad.
1. Haces que la conversación siempre termine girando alrededor de tus cosas
Cuando tu amiga te empieza a contar sobre la persona con la que ha empezado a salir o sobre un ascenso en el trabajo, siempre encuentras la forma de dar vuelta la tortilla y terminas siendo el centro de la conversación.
Está claro que no todas las conversaciones son equilibradas en cuanto al tiempo que cada una habla. Y a veces pasa que una persona tiende a hablar más que la otra. Pero si tu amiga está intentando contarte algo sobre su vida y tú constantemente “robas” la conversación, eso molesta y destruye la sensación de reciprocidad que es tan importante en las amistades.
Solución: mejora tus habilidades de escucha. Cuando tu amiga hable, mantén el contacto visual. Muestra un lenguaje corporal de escucha: atiende y apóyala, si es necesario. Así la otra persona sentirá que estás interesada en lo que dice y que le estás prestando atención. Haz una pausa antes de hablar de ti misma y pregúntate si estás interrumpiendo el relato de tu amiga.
2. Dices que sí a planes sabiendo de antemano que no lo vas a hacer
Las cosas pasan, los planes se cancelan, surgen imprevistos. Pero si tienes el hábito de decir que sí a esa quedada o a ayudar con la mudanza, cuando la respuesta de hecho es no, estás siendo desconsiderada. Es mejor decir que no a cancelar a último momento.
Hay gente que se siente muy incómoda cuando tiene que decir no y por ello dicen que sí para evitar esa incomodidad. Pero esto solo causa más decepción a la larga. No es justo hacerle esto a una amiga y además corroe la confianza cuando es algo que se repite con frecuencia.
Solución: resiste esa necesidad de responder en ese mismo momento. Si no estás segura, no pasa nada que te lo pienses y contestes más adelante. Además, ten presente que no tienes que decir que sí todo el tiempo. Si tienes que decir que no, dilo en ese mismo momento y no en el último minuto, cuando ya te están esperando. Comprométete solo con lo que puedas cumplir.
3. Eres buena haciendo amigos pero no conservándolos
Eres extrovertida, amigable, caes bien y tienes facilidad para hacer nuevos amigos. Pero no sabes hacer que una amistad se prolongue en el tiempo o sea más profunda.
Claro que no todas las amistades van a durar y no pasa nada si esto es así. Pero si ya tienes un pasado de amistades cortas y que no terminaron como tú querías, quizás haya una razón.
Solución: tómate tu tiempo para ver por qué esos lazos de amistad se rompen, cortan o diluyen. ¿Quizás alguna amiga de años te hizo un comentario al respecto o te dio una pista sobre qué pasaba? ¿Hay alguna persona allegada que pueda decirte qué piensa?
Si ves que hay un patrón y no consigues salir de él, ponte en contacto con un terapeuta que te pueda ayudar a ver qué es lo que está pasando. Verás que te dará herramientas para mantener amistades y romper con esta costumbre.
4. No sueles tener iniciativa a la hora de hacer planes o eres de las últimas en aparecer
En los grupos de amigas, suele haber personas que son las que organizan o planifican actividades. Y después hay otras que simplemente se suman y fluyen. Pero esto podría no aceptarse del todo bien en determinadas ocasiones.
Incluso podría parecer una relación descompensada. Por ejemplo, ellas te invitan de manera regular o te llaman para preguntarte cómo estás y tú no. Que sepas que podrías generar resentimiento a la larga.
Solución: para que una amistad dure y sea fuerte, los esfuerzos tienen que ser recíprocos. Si una persona es la que está tomando la iniciativa todo el tiempo, tu amiga puede tomar tu pasividad como falta de interés por vuestra amistad. Demostrar interés por tus amigas, invitándolas a tomar algo con o sin restricciones o compartiendo cosas incluso en la distancia, enriquece la relación.
Básicamente tú tiene que sentir que inviertes en la relación lo mismo que ella o ellas.
5. Buscas apoyo constantemente en tus amigas, pero ellas no lo buscan en ti
Cuando atraviesas un momento difícil, tus amigas más cercanas son las que van a estar a tu lado. Pero si haces que cada inconveniente o traspiés sea una crisis, no puedes esperar que te dediquen todo el tiempo, atención y energía emocional, que tú crees que necesitas, sin ofrecer nada a cambio.
Puede ser difícil encontrar el punto medio entre el apoyo que necesitas y el que tus amigas puedan dar. Puede que a tus amigas les cueste acercarse a ti para contarte sus problemas por temor a agobiarte, por lo dura que les puede parecer ya la tuya.
Solución: restaurar el equilibrio en esa amistad llamándolas para saber cómo están y qué están haciendo. Sin más motivos que esos. Haz que la conversación gire en torno a ellas.
Además, cuando hables con ellas sobre tu vida, cuéntales también las cosas positivas. Amplia tu red de apoyo, así no pones toda esa necesidad de contención en una sola persona, asegurándote de este modo que no te aprovechas de esa amiga tan generosa con su oído y su tiempo.
¡Ah! Y no te olvides decir “gracias” cuando tus amigas se vuelquen en ti. Y después devuélveles ese favor cuando lo necesiten.
6. No respetas los límites de tus amigas
Poner límites es fundamental para una relación sana. Si tu amiga te dice que ahora no le apetece ese viaje o no quiere hablar de algún tema en particular ¡no sigas insistiendo! Esa no es una buena señal de respeto.
Es importante escucharlas y respetar sus necesidades.
Solución: decirle a tu amiga que la escuchas y la entiendes y que respetas esa especie de límite que está poniendo. Practica el aceptar un no por respuesta.
7. Sientes celos de la felicidad o el éxito de tus amigas
Es normal que a veces sintamos celos. Sentirlos puede ayudarnos a darnos cuenta de aquellas cosas que queremos cambiar en nuestras vidas.
Pero cuando te da rabia que tu amiga tenga un nuevo trabajo o una nueva casa o un nuevo novio, hasta el punto de no poder celebrar su éxito, eso ya es otra historia. Quizás estás compitiendo con tu amiga o intentando ser mejor que ella. Y hasta te alegras en silencio cuando algo le sale mal.
Una amiga de verdad se alegra por la buena suerte y los logros de la otra.
Solución: primero, no te machaques por sentir esto. En vez de intentar reprimir esos celos y esperar que desaparezcan, porque no lo van a hacer, toma consciencia de ellos y escucha, ya que algo están intentando decirte.
Y si te parece apropiado, puede ser una buena idea que le cuentes a tu amiga cómo te sientes al respecto. Si hablas del tema con ella, estoy segura de que esa conversación será clave para estrechar vuestra amistad.
En algún momento de nuestras vidas hemos dejado de ser una amiga ideal o no hemos ofrecido lo mejor de nosotras mismas a alguien a quien queríamos.
Tomemos consciencia de ello, no juzguemos, seamos amables y compasivas con ellas y con nosotras mismas. Siempre hay sitio para la disculpa sincera y el querer ser mejor amiga y persona ¡y todo tiene solución!
Buen día, buena vida.
Vero
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